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Washington-Taipéi: ¿nuevo enfoque de política?

Washington-Taipéi: ¿nuevo enfoque de política?

Washington-Taipéi: ¿nuevo enfoque de política?

Internacionalistas afirman que el intercambio comercial entre los países y la pertenencia a instituciones en común disminuye la probabilidad de un conflicto bélico, porque aumentan los costos de dañar una relación. Además, los vínculos entre las naciones otorgan herramientas para negociar, si surgen tensiones, y fomentan los instrumentos y los espacios para dialogar. Existe evidencia empírica para sustentar esta hipótesis.

Sin embargo, la crisis en el estrecho de Taiwán, aunada al conflicto en Ucrania, alimenta voces expertas que consideran que la fuerza militar es el principal factor que explica las interacciones en el sistema internacional, no las instituciones ni el comercio.

Hace unas semanas, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó Taiwán. Después, un grupo de legisladores encabezados por el senador demócrata Ed Markey, de Massachusetts, llegó a la isla. Se anunció también el inicio de pláticas para ampliar la cooperación comercial y de inversión. Adicionalmente, el domingo pasado, el gobernador republicano Eric Holcomb llegó a Taipéi para sostener conversaciones sobre “desarrollo económico” con la presidenta, Tsai Ing-wen, y representantes del sector de los semiconductores.

Estos acontecimientos pusieron a prueba el statu quo de la región. China señala que Estados Unidos está fomentando vínculos oficiales con Taiwán, a lo que Washington responde que su política de “una sola China” no ha cambiado.

En un artículo reciente expresé que no parece haber beneficios tangibles asociados al viaje de la legisladora Pelosi. Sin embargo, es probable que los costos se traduzcan en una relación más complicada entre la Unión Americana y el gigante asiático, en la que la competencia responsable y el diálogo se interpreten como signos de debilidad.

Como se esperaba y lo anunció, China hizo un despliegue de fuerza en el estrecho de Taiwán. Además, surgieron medidas económicas y políticas. El Ministerio de Relaciones Exteriores chino suspendió la cooperación con Estados Unidos en varios temas, como el cambio climático y los lazos militares. Pekín también informó de sanciones contra Pelosi y funcionarios de la isla, e impuso varias restricciones comerciales a productos agrícolas y materiales de construcción. Taiwán, por su parte, emprendió ejercicios militares y ahora Estados Unidos y Corea del Sur llevan a cabo prácticas castrenses a gran escala.

Una crisis en la región también puede amenazar la contribución de Taiwán al mercado global. La isla asiática es un enclave tecnológico y uno de los principales productores mundiales de chips, indispensables para el funcionamiento de autos, electrodomésticos, cámaras, celulares, computadoras, satélites, drones o misiles. El conflicto añade tensión a unas cadenas de suministro ya debilitadas, que apenas se recuperan de la pandemia de COVID-19.

Se ha acelerado un proceso, tanto en Europa como en Estados Unidos, para instalar la producción de semiconductores en suelo propio, a fin de reducir las compras de microprocesadores asiáticos. Por ejemplo, en junio, la empresa taiwanesa MediaTek Inc. —el cuarto diseñador de chips más grande del mundo, por ingresos— anunció un nuevo centro de diseño en Indiana, en asociación con la Universidad Purdue. El problema es que el cambio no será barato ni rápido.

Consistente con este esfuerzo, hace unos días en Estados Unidos se aprobó una ley que permite destinar 52 mil 700 millones de dólares a subsidios para la industria de semiconductores, con el fin de competir con China, que tiene su propio plan para crecer en este segmento. Mientras tanto, la Unión Europea planea movilizar 43 mil millones de euros en inversión pública y privada, para lograr la “autonomía estratégica” en el sector.

Hay quien asegura que la visita de la representante demócrata fue simbólica, pero ciertamente la respuesta de China escaló la tensión, con el despliegue de su fuerza militar, y todavía están por verse las consecuencias en el mediano plazo. La esperanza es que disminuya la escalada del conflicto y se mantenga el equilibrio regional; de lo contrario, se incrementa la probabilidad de la ocurrencia de accidentes o errores, que pueden afectar definitivamente el estado de las cosas en el mundo.

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Tienen razón quienes piensan que la interdependencia y las instituciones favorecen el intercambio pacífico y la solución de las controversias. Como comunidad internacional, el camino es apostar a las instituciones, al multilateralismo y al diálogo, para encontrar vías hacia la paz.

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Ricardo Monreal
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